Y ahora, al agua!!! La temperatura es templada, rica y puedo caminar 100 metros adentrándome en el mar y observo que el agua apenas me llega al ombligo, es tan clara que se ven mis pies en el fondo pero prefiero y más adentro donde empieza a cambiar la gama de azules, del turquesa al cobalto. En posición de dorso me dejo llevar por el ritmo de las olas, mi cara da al cielo , me acaricia un viento suave... de aquí soy!
Es un hotel para pasarla muy bien, sus habitaciones, su decoración minimalista y la esencia del Caribe están aquí. No hay plan todo incluido, lo que lo hace dar un servicio cuidadoso y selecto, desde sus deliciosos cocteles, hasta sus espléndidos platillos. Una sugerencia es probar algunas de las versiones de la langosta caribeña, preparada con curry, con chile ancho o bien a la mantequilla que para mi gusto es la más rica. Es una langosta pequeña de carne deliciosa que se desprende fácilmente de su concha, una concha suave, frágil.
No hay que perderse la clase de cocina con el chef. Aprendí a hacer el mejor ceviche de pescado y pulpo y unas quesadillas de camarón...exquisitas.
Viaja y ya!!
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